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El reto de vivir en medio de una generación sin carácter

Cuando los chicos empiezan a pasarnos en estatura y en fuerza, y vemos que ya no podemos dar órdenes como antes; nos damos cuenta que la vida ha pasado de forma tan veloz y que nuestros hijos están corriendo su propia carrera.  Sin embargo, también nos damos cuenta que su mundo, sus valores, su realidad es tan diferente a la nuestra.  Este mundo ya no es como debería ser.  Nuestros chicos están por enfrentar una sociedad que vive bajo el slogan del “No me importa”.  Nuestros chicos están viviendo en medio de una generación sin carácter.  Ante esta realidad ¿Qué podemos hacer nosotros los padres?  Aún con todo lo complicado que vemos hay varias acciones que podemos tomar para ayudar a nuestros muchachos.

 1- Cuidado cómo valora a su hijo:

Cada día es mayor el énfasis que el ser humano pone a ciertos atributos para asignar valor a otros. Aún cuando Dios ha otorgado a todo ser humano valor infinito, el “valor” humano se “etiqueta” de acuerdo a ciertas características. Así, las personas hermosas, las muy inteligentes, los atletas destacados, o quienes tienen muchas posesiones materiales, serán más valiosos que aquellas personas que no poseen ninguna de estas características.        

Nuestros Chicos, desde muy temprana edad, son capaces de percibir el valor personal que se le asigna, cuando es sometido a esta escala de valores. Cuando el chico no reúne ninguna de las características “privilegiadas” el poco valor asignado dañará inevitablemente su autoestima desencadenando sentimientos de inferioridad difíciles de manejar, especialmente por su impotencia para cambiar estas características.  El atributo personal más altamente apreciado en nuestra cultura es el atractivo físico. Hoy se tiene fascinación por la sensualidad en sus diferentes formas, se premia la belleza y se castiga la fealdad. Si la belleza es en la sociedad actual el ingrediente principal de la autoestima y del valor personal, la segunda característica más importante es la inteligencia. Ambas características se encuentran en la cumbre del sistema de antivalores.
 

Cuando un chico no posee inteligencia o belleza física, los padres experimentan a menudo sentimientos de culpa y desilusión, sin meditar que el hijo es un magnífico ser humano, una persona única y especial. Los padres buscan que su hijo esté “calificado” para que sea un motivo de orgullo personal; aunque eso signifique invertir aún lo que no se tiene, o hacer lo que no se debe.  “Mamá, qué van a decir mis amigas, cómpramelo, total sólo es un tarjetazo”.  “Mirá papá tenés que decir que sí, porque si no yo quedo mal con mis cuates y ellos no me lo perdonan”, “Vos tuviste también novio, porque yo no, ya soy grande, ya tengo 15, no me dicen ahora su señorita pues”.  De no cambiar la manera en que estamos valorando a nuestros hijos, el resultado seguirá siendo generaciones de víctimas emocionales que se perciben como seres sin valor en el equipo de los “perdedores”. Especialmente los chicos son las víctimas más vulnerables, pues son jóvenes inexpertos para comprender por qué son medidos con esta escala arbitraria.  

Nuestra responsabilidad como padres es entender el verdadero valor que nuestros hijos tienen.  Temo que muchos hemos contribuido a exagerar esta escala decadente de valores al proveer a nuestros hijos de celulares más costosos (no estoy contra los buenos celulares), ropa de marca de alto costo (no estoy contra las marcas), provisión de vehículos, viajes, eventos, y la lista sigue.  Muchos de los chicos son pequeñas copias de sus ídolos de TV, cine o Netflix, y un constante dolor de cabeza y corazón a sus padres.  Constantemente escucho la frase, “Es que ella es de las populares”, o “Es que ese chavo es de los buena onda”.  Nuestros hijos están polarizados entre los feos y los bonitos, los populares y los otros, los pilas y los que nos hacen los mandados, los de marca y los de lo demás, etc.    No podemos seguir contribuyendo a esta espiral descendente en la que nuestros hijos están cayendo.   Nuestra responsabilidad como padres es proveer a nuestros jóvenes del valor real y digno que les da la Palabra de Dios al ser salvos por la fe.  Nuestros hijos no valen por lo que tienen, hacen, o dejan de hacer.  Nuestros hijos valen por lo que son.  Por lo que Dios dice que son.  


¿Cómo detengo esta espiral?

2- Atrévase a ser un Padre dispuesto al cambio:

Cada uno de nosotros debe asumir responsabilidad e interiorizar una nueva escala de valores, que no esté basada en estos atributos, sino en el ser mismo, cualquiera sea su condición, así, al hijo se le amará por el simple hecho de ser hijo, sin importar las características personales.

En la confusión de un mundo que exige a los chicos estándares inalcanzables de belleza e inteligencia, los chicos en el secreto del silencio van formando su propio criterio de quienes son ellos realmente.  La inmensa mayoría son simplemente chicos, con una enorme necesidad de que se les ame y se les acepte tal como son. Los padres deben quitarle de encima la presión que quiere aplastarles, cuando no tienen las suficientes cualidades para destacar, concentrándose en los puntos fuertes de su hijo y hablando siempre bien de ellos. Hay cosas en la vida que son más importantes que sacar las mejores calificaciones (no estoy  alentando que sea mediocre) y la apariencia física; el valor que tiene su hijo como persona debe ser lo más importante.

Una de las principales metas que todo padre debe tener, es ayudar a su hijo a aprovechar al máximo su potencial intelectual, sin que sacrifique su valor personal. Las personas valemos por lo que somos y no por nuestra apariencia o logros.  

Todos los chicos tienen derecho a mantener su cabeza erguida, no con orgullo, sino con SEGURIDAD Y CONFIANZA. El arte de hacer un buen trabajo como padres, se inicia con la habilidad fundamental de poder colocarnos en los zapatos de nuestro hijo, ver lo que él ve, sentir lo que él siente y anhelar lo que él anhela. Y es entonces, cuando somos capaces de enseñarles a creer en sus propios sueños, animarlos a ser perseverantes y luchadores, y ayudarles a quemar las etapas de la vida.  ¿Cómo?

  1. Denles Dignidad.  Todos los chicos son creados y provistos de valor personal, y tienen derecho a ser respetados y considerados como dignos.
  2. Influencia positivamente su vida. El hogar debe ser un lugar de refugio y protección para su hijo, donde el padre y la madre puedan mirar a su hijo - que para otros no es popular o dotado para otros-
  3. Muéstrele a su hijo el inmenso valor que él es para usted: con admiración, amor y respeto, sea Un padre capaz de poderle decir: “No sólo te amo, sino que reconozco tu inmenso valor como ser humano y te respeto por eso”. Gran parte del concepto que su hijo tiene de sí mismo se desarrolla como resultado de la manera en que el niño cree que usted lo “ve”.  El chico  en algunas ocasiones sabe que lo aman y que es importante para sus padres, pero también percibe cuando no están orgullosos de él, que no es lo que sus padres esperaban.
  4. Enseñe a su hijo a no practicar la autocrítica, a valorarse y a siempre hablar bien de él mismo. El no tiene que excusarse por sus deficiencias, ya que no produce resultados positivos. Simplemente debe sentirse bien con él mismo y le será más fácil lograrlo cuando se acepte.
  5. Ayude a su hijo a descubrir y desarrollar sus puntos fuertes: Al descubrir los puntos fuertes y aceptar sus debilidades le permite a su hijo sacar mayor provecho de las oportunidades que la vida da. Su hijo necesita saber que es bueno en algo. 
 Todos necesitamos sentirnos valiosos, útiles y capaces de llevar adelante retos y desafíos, por lo que, entre mejor se conozca su hijo y desarrolle sus fortalezas, le será más fácil aceptar sus debilidades. 

  6. No lo sobreproteja y evite la dependencia: Un chico jamás aprenderá a caminar si mientras lo hace no se le permite caerse. Es necesario inculcar responsabilidades acorde a su edad. Si el padre nunca le transfiere responsabilidades a su hijo, él desarrollará una dependencia que puede retrasar su proceso de madurez. La mejor manera de preparar a un chico para que se convierta en un adulto responsable es ayudándolo a asumir responsabilidades poco a poco en la medida en que pueda encargarse de ellas.  Quizá tendrá que darle menos permisos para salir con los amigos, probablemente no le deba comprar ese celular tan caro hasta que valorice el costo, etc.

Que Dios nos ayude en este proceso hermoso de guiar a nuestros hijos. Esperamos que estos consejos sean de ayuda para usted y su familia.

Lic. Maynor Salguero

Ministerio Llamados a Servir
Unidad Formativa para Padres IEAL

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