Introducción:
El chico escuchó de una carrera benéfica de 5 millas para un compañero de la secundaria que sufrió un accidente. Escribió a su padre “Papá, quiero participar”; “Sí, claro” dijo su padre con una gran pregunta en su mente: “Jamás he corrido más de una milla seguida. ¿Cómo voy a empujar a mi hijo cinco millas?” Sin embargo, lo intentó. Después de la carrera, acabó molido. Su hijo le escribió: “Papá, en la carrera pude sentir como si ya no era más discapacitado”. Esa frase cambió la vida de Dick. Estaba dispuesto a llevar a su hijo a otro nivel a pesar de su limitación. Mejoró su condición física y desde entonces no han parado de sorprender al mundo. En su primera triatlón la gente preguntaba: ¿Cómo es que un tipo, que nunca aprendió a nadar y no ha andado en bicicleta desde que tenía seis años, iba a arrastrar a su hijo de 110 libras a través de un triatlón? Dick lo intentó por su hijo.
El día de hoy han hecho 212 triatlones, incluyendo cuatro agotadoras competencias de 15 horas en la famosa carrera de Ironman en Hawai. Con las edades 65 y 43, Dick y Rick terminaron su 24vo Maratón de Boston, son una historia de amor que acompaña en la prueba. Me encanta compartir estas historias para que no olvidemos estas palabras que resuenan en cada uno de ellas: “No tienes nada de que temer hijo, papá esta contigo”.
La historia de vida de nuestros hijos sigue su marcha. Recuerde que su hijo ya no tiene retorno en la vida. De aquí en adelante la única alternativa que tiene es convertirse en un hombre o mujer de bien, temeroso/a de Dios y apartado/a del mal. Mientras tanto, nosotros también solo tenemos una alternativa frente a esta realidad: Estar allí para ellos. Estar dispuestos a tener un amor a toda prueba. Lo que me preocupa es ver cuántos padres ya se han rendido, cuántos padres ni siquiera lo han intentado. Cuántos padres han tirado la toalla antes del primer metro de carrera. Cuántos padres no han escrito ni una sola letra de esta historia de vida.
En apenas unos años, nuestros hijos estarán lidiando con un mundo violento y preparado para tragárselos sin piedad. Una sociedad que los espera con toda clase de maldad, suciedad, pecado y lejanía de Dios. ¿Pensamos dejar solos a nuestros pequeños (aunque ya están grandes) ante tal reto? Es entonces que quiero hacer un alto para preguntarme: ¿Es mi amor por mis hijos tan intenso que estoy dispuesto para acompañarle en la prueba? ¿Estoy preparado para ir con ellos, correr con ellos, sudar con ellos, sufrir con ellos, llorar con ellos, encontrar respuestas con ellos? Yo espero que sí. Debo antes de seguir recordar que en esta lucha a favor de nuestros hijos no se puede dar marcha atrás, hasta verles ir por la vida con sus sueños encaminados.
Hay una verdad que debo resaltar: Los tiempos han cambiado. Las circunstancias a las que estamos siendo expuestos como padres son realmente un reto de gran envergadura. Ante esta realidad hay varias verdades que debemos considerar y de ellas sacar algunas ideas importantes.
1- Vivimos en un mundo de jóvenes Millenials que nos desconciertan.
Chicos optimistas con el celular de última generación, conectados y
activos vía Internet, mostrando un corte de cabello muy particular,
con un círculo de cuates a los que llama su familia,
bajo la tolerancia de opiniones y con un letrero grande que dice,
si no eres real y sincero no existes.
RETO: No tenga miedo ante sus desconcertantes hijos. Ellos están esperando su amor.
2- Padres de una generación difícil.
Son descendientes, por lo general, de familias conservadoras.
Es una generación que creció junto con los avances tecnológicos (pero no los dominan).
Muchos son individualistas, solteros, tienen uno o dos hijos máximo. No son usuarios dependientes del Internet y de las tecnologías, pero sí se benefician de sus funciones. Las mujeres usan bien el feminismo y son bastante independientes (por ello mucha fractura matrimonial y madres solteras). Son los padres de la generación Y o Millennials.
RETO: No permita que su formación de vida le robe su oportunidad de impactar a sus hijos.
3- Debemos darnos cuenta de nuestros aciertos y nuestras debilidades.
Manejamos desconcierto y a la vez control.
Queremos buscar a Dios, pero no nos comprometemos (vida cristiana liviana).
Queremos una familia pero no la carga de la crianza de los hijos.
Decimos que controlamos nuestra vida, pero tomamos decisiones desconcertantes.
Anhelamos el éxito financiero, pero somos inconstantes en el trabajo.
RETO: Use sus debilidades (sinceridad) para impactar la vida de sus hijos con sus aciertos.
4- Debemos reconocer que nuestra paternidad nos abruma.
Falta de comunicación que causa grandes tensiones.
Incertidumbre ante lo que nuestros hijos piensan y hacen.
Desconocimiento de cómo actuar ante el vivir de nuestros hijos.
RETO: No huya de su tarea y responsabilidad de padre, nadie puede hacer lo que le toca.
Nuestros hijos necesitan de padres que conozcan sus limitaciones y se enfrenten a ellas para convertirse en padres de impacto. Nuestros hijos necesitan de padres sinceros y abiertos que están acompañándoles en la prueba de la vida. Ellos necesitan de padres como Dick, que cuando escuchan el llamado de auxilio y reto de sus hijos, están dispuestos a acompañarles en la prueba. Un Amor que acompaña en la prueba comprende su rol, aprende de sus limitaciones, es decidido
Conclusión
Probablemente no compitamos en una triatlón al lado de nuestros hijos, pero si podemos acompañarles en la carrera de la vida. No se pierda las próximas publicaciones de esta serie.
Lic. Maynor Salguero
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