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Serie: Un amor que acompaña en la prueba - Comprende su rol



 Introducción

Hoy quiero empezar con una historia increíble.  La historia del corredor británico Derek Redmond, quien nunca ganó ninguna medalla, ni tampoco rompió un récord, pero es tan conocido como cualquier medallista olímpico.  La historia de lo que hizo su padre lo llevó más allá de cualquier medalla.

En el comienzo de la carrera en Barcelona 92,  todo marchaba bien para el atleta y era uno de los candidatos para lograr el oro en la carrera de los 400 metros, pero faltando 150 metros para terminar, el músculo del tendón de Aquiles de Redmond que había sido operado se desgarró y cayó de rodillas en el suelo.  Todos los competidores le pasaron y solo en la pista de tartán, gritaba del dolor. Jim Redmond, padre del corredor, había observado todo lo sucedido ubicado en una de las tribunas. Lamentó por un instante cuando vio a Derek despidiéndose nuevamente del sueño de ganar una medalla, pero rápidamente se olvidó de su pesar y saltó a la pista. "Aquí estoy, hijo", le dijo Jim, tras eludir a los controles de seguridad que intentaron impedir que le acompañara.  “No tienes nada de que temer hijo, papá esta contigo”.

La inspiración de este padre continúa hasta hoy para cientos de padres.  En los albores del año 2019 nuestros hijos ya están corriendo su carrera de la vida.   Los primeros años de su vida ya se han ido.  Como nada la barrera de los 15 años empieza a quedar atrás, de inmediato surge la pregunta cuando nuestros hijos ya son jóvenes: ¿Qué clase de padres somos?

De esto trata nuestra publicación de hoy.  Nuestros hijos necesitan de padres que en momentos difíciles están allí.  Nuestros hijos necesitan que les mostremos un amor que acompaña en la prueba de la vida.  Ellos necesitan de sus padres.  Tristemente cuando más nos necesitan, cuando sus vidas son atacadas por la maldad, cuando sus vidas son rodeadas de obscuridad, cuando la presión aumenta para entrar en lo malo; es cuando los padres empiezan a desaparecer. 

Cuando los modelos correctos son su apoyo, los modelos correctos no están.  Cuando las respuestas tan necesarias entre lo bueno y lo malo son urgentes, estas están ausentes.  ¿Porque lo decimos? Sencillo, muchos de los padres no están allí para ellos. 

De pronto nuestros hijos caen en la pista de la vida, desgarrados por un evento que rompió su corazón o su alma, de pronto se escuchan los gritos de dolor ante la vida y se oye muy bien su lamento: “Estoy solo”,  “Nadie me quiere”.  Es tiempo de  saltar a la pista de la vida y hacer nuestra tarea: Acompañar a nuestros hijos en este momento crucial de su existencia.  Es tiempo de modelar a nuestros hijos lo correcto y lo adecuado.  Es tiempo de ser el modelo correcto de padre que Dios quiere.  Recuerde que usted modela a Dios.  Dios ama, usted ama; Dios cuida, usted cuida; Dios perdona, usted perdona; Dios esta al tanto de las necesidades, usted esta al tanto de las necesidades.  Dios cuida nuestro corazón, usted cuida el corazón.  El modelo se repite.  Dios nos acompaña en tiempos difíciles, pero: ¿Acompañamos a nuestros hijos en estos tiempos difíciles?   Si la respuesta es afirmativa debo entonces responder: ¿Cómo lo hago?

La respuesta a esta pregunta me obliga a volver un poco el tiempo a mi propia realidad como padre.  Antes de intentar dar una respuesta, debo reconocer la importancia de la escuela del tiempo y de la vida.  Hay tres respuesta que aprendí a lo largo de estos 30 años de ser padre y que reconozco son ahora sabiduría de vida.  Un Amor que acompaña en la prueba… Comprende su rol. …Aprende de sus limitaciones.  …Es decidido.

 
Comprende su rol:
Nada más dañino en la relación que un padre autosuficiente, un padre intemperante (que trata a los demás con intransigencia), un padre sabelotodo, un padre viviendo en una dimensión diferente a la de su familia, un padre tóxico.
Así que el reto es reconocer que en esta tarea de ser padre el aprendizaje no termina.  Al contrario cada día aprendemos a ser los padres que debemos ser, a llegar a otro nivel. 

Se hace entonces importante comprender:
1-    Lo que un padre no es: Usted no es hijo, no es amigo, no es salvavidas, no es redentor, no es fiscal y verdugo, usted no es el hombre invisible, usted no es el todopoderoso, usted no es Dios.
 
2-    Lo que un padre es: (escrito por el español Alejandro Ojeda Pérez)

Ser padre es mucho más que tener un hijo. 

Ser padre es reencontrarte con El Niño que fuiste, y revivir la inocencia pura y limpia.

Ser padre es apreciar lo que tus padres han hecho por ti.

Ser padre es aprender que esta tarea merece la pena pero se hace lenta y continuamente.

Ser padre es comprender que el amor es mucho más que la expresión con palabras.

Ser padre es sacrificar mucho sin importar lo que pierdes, porque ganas siempre.

Ser padre es lanzarte al vacío y en la caída levantarte mucho más fuerte.

Ser padre es una ofrenda de lo más valioso que tenemos, el tiempo, a alguien que es más importante que todo lo demás.

Ser padre es sentirte vulnerable, tener miedo, y confirmar que los obstáculos sacan lo mejor de ti para hacerlo bien, y descubrir que puedes con todo lo que venga.

Ser padre es mirar a los ojos a la vida y sonreírle, y aprender a vivir un día a la vez.

Ser padre es la entrega incondicional que condiciona tu vida llenándola de color.

Ser padre es creerte maestro y aprender más que nunca, es matricularte en la más prestigiosa universidad, donde se olvida lo superfluo y se valora la sencillez.

Ser padre es esperar una cosa y encontrarte otra, y entender que la vida puede sorprenderte superando tus expectativas y cualquier cosa que llegaras a imaginar.

Ser padre es el camino que no tiene mapa, el sendero sin retorno que te transforma, la aventura que sabes con certeza te cambiará, el mágico punto de partida del resto de tu existencia.

Ser padre es, en definitiva, un regalo personal que solo puedes comprender cuando lo abres,  sorprendente por lo irrepetible, fascinarte por lo indescriptible.

Ser padre es el amor viviendo en ti.

Conclusión

Hay mucho más por aprender para mostrar un amor que acompaña en la prueba.  Si en la pista de la vida nuestros hijos han caído, es tiempo de salir de las gradas, de la obscuridad, de la invisibilidad, de la ausencia y tomarlo en los brazos para decirle: “No tienes nada de que temer hijo, papá esta contigo”. 

No se pierda las próximas publicaciones de esta serie.

Lic. Maynor Salguero

Ministerio Llamados a Servir
Unidad Formativa para Padres IEAL

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