Introducción
Continuamente el gran general persa Jerjes I, y todos los otros reyes antes que él, se preguntaba: ¿Qué hace a estos espartanos guerreros tan poderosos? ¿Qué hace Esparta para formar guerreros que aún en medio de la más cruenta batalla están listos para morir por su Rey? Todas las naciones reconocían a Leónidas y su ejército de Espartanos como guerreros valientes y adversarios de temer. Lo que no sabían los persas era que la fuerza del ejército espartano no eran sus armas, no era el número de soldados, no era la capacidad que tenían de organizarse, no era ni siquiera su Rey. La fuerza y el secreto de este ejército era la manera en que formaban a cada soldado desde niños. Desde la infancia, cada familia tomaba la responsabilidad de invertir en la formación de sus hijos. Cuando llegaban a la edad de la juventud sus habilidades se mejoraban y en la edad adulta sus cualidades de lucha eran únicas. El plan era sencillo y muy claro, tiempo invertido en la infancia, resultados evidentes en la vida.
El plan no ha cambiando con el paso de los años. Aún los primeros pasos siguen siendo la clave de la vida adulta. Las mejores lecciones de la vida se reciben en los primeros años de la vida. Así que el plan de acción ahora en esta lucha por la vida de nuestros hijos se convierte en prioridad. La pregunta que nos hacemos es: ¿Cuál es el plan a seguir en los primeros años de vida de nuestros hijos? ¿Qué impactará sus vidas y les dará las lecciones que necesitan para el resto de su lucha? Hay mucho que podemos hacer, sin embargo quiero esta mañana centrar mi charla en una muy sencilla pero relevante acción en la formación de nuestros hijos. Acción que por su sencillez no se le da la importancia debida, pero que nuestros hijos abrán de recordar toda la vida. El plan es: Jugar
Si la oportunidad es formarles, la prioridad es darles amor. El plan es jugar. Entonces el plan es práctico y muy sencillo.
1- JUGAR:
En una pequeña encuesta que se le hizo a 100 padres en una ciudad al norte de México se les preguntó: ¿Tienen algún recuerdo de sus padres y ustedes jugando? La respuesta fue muy triste: El 80% dijeron que nunca jugaron con sus padres. El 10% que fue muy poco. Y sólo el 10% que lo recordaban y les cambió la vida.
¿Jugar? Las respuestas de muchos padres son: “No tengo tiempo para jugar”, “La vida no es un juego”, “Ya no tengo edad para jugar”, “Eso de jugar es cosa de niños”. Etc.
Es importante que, como papás, comprendamos la importancia que el juego tiene para nuestros hijos. Y, a su vez, cuán necesario y enriquecedor es el juego entre padres e hijos. Un informe publicado por la Academia Americana de Pediatría (AAP) destaca que el juego permite a los niños expresar su creatividad y desarrollar su imaginación, su destreza manual y sus aptitudes físicas, cognitivas y emocionales, por lo que es importante para un desarrollo integral y saludable. Un niño que juega, es un niño sano. Un niño que juega con sus padres es un niño mucho más sano.
El juego es esencial sobre todo en las primeras etapas de la vida de los niños. Algunos de nosotros probablemente recordemos con gran emoción las muchas veces que salimos frente a la casa para jugar escondite, para montar bicicleta, para jugar una chamusca con los cuates. Algunos recordaremos las veces que nos lanzamos a la piscina, caminamos entre las piedras del río. Cuando salimos con nuestra carreta de rodos o simplemente cuando nos montaron en aquel caballito en la carreta de las cabras. Recuerdos y memorias de jugar, de divertirnos. ¡Ojalá en ellas el rostro de papá y mamá aparezcan frecuentemente!
Ahora bien: ¿Por qué es importante compartir el juego con nuestros hijos?
1. Porque se generan y potencian los vínculos de amor entre padres e hijos.2. Porque los niños sienten que se les presta atención y dedicación.
3. Porque modela relaciones saludables con los “otros”: el niño aprende a compartir, a negociar, a hacer valer sus derechos y a resolver conflictos.
4. Porque es una oportunidad para ambos de interactuar demostrándose mutuamente cariño y afecto.
5. Porque es, asimismo, una oportunidad de formar. Mediante el juego podemos enseñar rutinas, transmitir conocimientos o inculcar valores.
En síntesis, jugar con nuestros hijos es tan especial como enriquecedor e importante para toda la familia. Hacer y apartar un ratito de tiempo por día para sencillamente jugar con ellos nos enriquecerá, sobre todo, si lo hacemos con alegría, paciencia, dedicación y mucho amor.
Quiero dejar con ustedes algunos consejos que podemos hacer para formar un vínculo fuerte con nuestros hijos. En especial en esta etapa formativa.
1. Rompa con la maldición del no jugar. (sencillamente juegue, ría, disfrute)
2. Decida voluntariamente cada cierto tiempo jugar con sus hijos sin previa preparación.
3. Permítales conocer su mundo de juegos: (haga una carreta de rodos, compre un capirucho, juego trompos, enséñele a jugar cincos, jueguen escondite, chiviri cuarta, arranca cebolla, etc).
4. Acampen como familia.
5. Compre más juegos de mesa y programe un tiempo para esta actividad.
Las memorias que quedarán en la vida de nuestros hijos perdurarán en el tiempo. Esas memorias les darán muchas fuerzas en tiempos difíciles de su propia lucha en el futuro. Siga el ejemplo de los padres espartanos y deje una herencia de sonrisa en sus hijos. Establezca su plan de acción y recuerde: Está prohibido rendirse.
Conclusión
Que el amor, la alegría, la dicha y los tiempos de gozo sean mucho más intensos y las buenas memorias perduren en el tiempo. Recuerden que sus vidas son temporales y el espacio de tiempo que los tendremos es muy pequeño. Así que Está Prohibido Rendirse.
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